Lo que ahora veo es la conclusión de un "Te amo". No son palabras al aire. No es el quedarse estático al escuchar, o decir: "Me gustaría sentir tus manos"; saber que el interlocutor del corazón desea lo mismo. Es el resultado de dos cuerpos que olvidan los monólogos y se entregan al resultado no tan inesperado del diálogo. Es el punto en el que dos historias se hacen una sola para crear otra, a la que no puede darse explicación con términos como el ADN. Y aunque sepa que biológicamente no es la mezcla más que de un óvulo y un esperma, y a pesar de mi interminable desencanto ante la vida, aún los ojos se me llenan de magia. Y tristeza. Confieso no saber si en este instante extraño las lágrimas. Lo confieso aunque no me escuches. Lo confieso porque sin decirlo, puede que seas todavía un poco capaz de entenderme. Te ves linda con el vientre abultado que volverá a su estado normal después de nueve meses. No sé cuántos llevas, tal vez cuatro, ¿seis?
Sucede que a veces el futuro -como hace años- jode el presente. Sucede a veces que el presente -como hoy- reafirma el futuro imaginado y jode el presente. Tienes la sonrisa iluminada del día en que nos conocimos, la misma que brotaba en ti cuando hablábamos de ser felices; esas noches, tardes, amaneceres, no importaba a qué hora, en que decíamos no imaginarnos YO sin TI, ni TÚ sin MÍ. Parecíamos niños tontos, y lo éramos. Hoy sólo tú lo pareces, o quizá yo porque sin saber cómo, te perdí, porque sin saber cómo, me perdiste. Sabes que realmente no hay mucho que decir. Traes dentro de ti al hijo que nunca -ni en la imaginación- fue mío. Estás sentada en esta misma banca que yo, como cuando nos citábamos para pasar el resto de las horas juntos. Pero ya no me recuerdas. Te has olvidado de mi rostro. Y me pregunto, ¿si acaso hablara para dar las buenas tardes, y decir que te ves hermosa con tu disfraz tierno de futura madre, reconocerías mi voz?, ¿si alguna vez la separaste del ruidoso mundo? Ya no soy el mismo, no porque ya no estés conmigo, sino porque quise ser yo y me fui. Eres la misma, aunque estés con otro, no porque él sea igual que yo, sino porque esa forma que hoy te vez, fue la forma en que te viste desde siempre.
No sé si descubriste por qué la amistad después del amor era imposible. El dolor entonces ya era inevitable. Esto, esto no era necesario. Pero la casualidad decidió volver a juntarnos, separados. No me pertenece la vida con su hechizo azul, sólo un conjuro gris y triste.
Sucede que a veces el futuro -como hace años- jode el presente. Sucede a veces que el presente -como hoy- reafirma el futuro imaginado y jode el presente. Tienes la sonrisa iluminada del día en que nos conocimos, la misma que brotaba en ti cuando hablábamos de ser felices; esas noches, tardes, amaneceres, no importaba a qué hora, en que decíamos no imaginarnos YO sin TI, ni TÚ sin MÍ. Parecíamos niños tontos, y lo éramos. Hoy sólo tú lo pareces, o quizá yo porque sin saber cómo, te perdí, porque sin saber cómo, me perdiste. Sabes que realmente no hay mucho que decir. Traes dentro de ti al hijo que nunca -ni en la imaginación- fue mío. Estás sentada en esta misma banca que yo, como cuando nos citábamos para pasar el resto de las horas juntos. Pero ya no me recuerdas. Te has olvidado de mi rostro. Y me pregunto, ¿si acaso hablara para dar las buenas tardes, y decir que te ves hermosa con tu disfraz tierno de futura madre, reconocerías mi voz?, ¿si alguna vez la separaste del ruidoso mundo? Ya no soy el mismo, no porque ya no estés conmigo, sino porque quise ser yo y me fui. Eres la misma, aunque estés con otro, no porque él sea igual que yo, sino porque esa forma que hoy te vez, fue la forma en que te viste desde siempre.
No sé si descubriste por qué la amistad después del amor era imposible. El dolor entonces ya era inevitable. Esto, esto no era necesario. Pero la casualidad decidió volver a juntarnos, separados. No me pertenece la vida con su hechizo azul, sólo un conjuro gris y triste.
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