Con gran regocijo, entrego este mensaje en el inicio de un nuevo año de la cuenta mexicana.
En el calendario gregoriano que utilizamos en la vida cotidiana, se acostumbra celebrar el inicio del ciclo solar anual a los 11 días de iniciado el invierno (o sea el 1o. de enero), pero hasta donde sé, esto no tiene relación importante con los ciclos de la naturaleza, quizá sólo se trata de un capricho humanoide.
En cambio, la ciencia de nuestros abuelos y maestros del Anahuac, se integra con precisión no sólo a los equinoccios y solsticios sino todos los fenómenos astronómicos y naturales, pues recordemos que nuestro Padre es el Cosmos y la Tierra nuestra Venerable Madre.
“Tlen mochihua ipan ilhuicatl, mochihua ipan Tlalnantzin”
“Lo que se hace en el cielo, se hace sobre la faz de la Tierra”
Entre los Nahuatl he aprendido o confirmado que los procesos humanos tienen relación evidente con los procesos del Cosmos tal como en otras culturas también lo conocen:
“Lo que es arriba es abajo” (Hermes)
“Lo que ates en la Tierra lo atarás en el Cielo” (Jesús de Nazareth).
Así que el inicio del ciclo solar (año nuevo) se celebra iniciando la siembra en las milpas, justo cuando ciertas energías telúricas y cósmicas hacen a las tierras y semillas más propicias para unirse y crear.
En lo que hoy equivale al 2 de noviembre se introducen semillas selectas al interior de ciertas cuevas para alejarlas de toda vibración, luz, calor y humedad, logrando con este proceso natural que se sequen, tomando la apariencia de muerte. De ahí el festejo del “día de muertos” hasta nuestros días.
Y decimos apariencia porque es evidente que la vida sigue latiendo en el interior de las semillas.
De hecho, la palabra miquiztli no significa muerte, sino “reposo y quietud”, pues es la condición previa a todo nacimiento.
Ollin Yoliztli “Movimiento es Vida”
Nuestros abuelos dicen que la muerte en realidad no existe tal como la concebimos, sino que es necesario el reposo y quietud para poder dar inicio a un movimiento activo y creador.
Cerca de la fecha que hoy equivale al 2 de febrero (hoy llamado “día de la candelaria”), van al interior de las cuevas por la selecta simiente y al sacarla con profundo cuidado, respeto y veneración, la presentan ante el Padre Sol (la palabra candela significa precisamente eso: luz).
A los 40 días (dos veces 20) de haberlas presentado a la luz, inician las siembras en lo que hoy equivale al 12 de marzo, justo 9 días antes del inicio del Xopan Cuicatl “Canto de las flores” (Primavera).
Toda esta ciencia numerológica, astronómica, botánica, geológica, biológica… va de la mano de una profunda entrega mística, de una filosofía auténticamente basada en las Leyes Naturales y enriquecida con el excelso arte, ya que todo esto se plasmó en los maravillosos amates, pieles de venado y en hasta en la piedra viva.
Entre más estudiamos y ponemos en práctica las enseñanzas Nahuatl, más podemos acercarnos a nuestra nelhuayotl “raíz interior”, pues es innegable que esta cultura ancestral es parte de nuestra herencia genética milenaria.
La gran mayoría de quienes leen este mensaje somos ciudadanos de la urbe y prácticamente desconocemos el arte de cultivar la tierra, pero resulta que como sucede siempre con toda nuestra maravillosa cultura materna, podemos aplicar esta sabiduría en nuestra propia vida práctica, independientemente de nuestra profesión u oficio.
La milpa o tierra a cultivar, las semillas, la energía solar, el reposo y quietud, el agua, el viento, la vida… son fuerzas propias de nuestro interior, sólo que nadie nos ha mostrado el camino para saber observarlas, utilizarlas correctamente y aprovecharlas.
Precisamente el objetivo de los talleres de cultura, filosofía, idioma y meditación Nahuatl es compartir esos conocimientos, que a su vez recibimos de otros y sobretodo, dar a conocer las herramientas que cada uno puede utilizar para encontrar las respuestas a sus propias incógnitas profundas, por medio de la luz que hay en su interior, tales como el motivo de las enfermedades que me aquejan y su solución permanente.
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